viernes, 19 de febrero de 2010

SISTEMA DIGESTIVO DEL EQUINO

Los caballos tienen un eficaz sistema digestivo concebido para hacer frente a su alimentación natural: el pasto

El caballo es un herbívoro monogástrico que tiene en común con los poligástricos su especial capacidad para digerir y aprovechar grandes cantidades de fibra bruta.

Los alimentos son retenidos en el tracto digestivo 36 horas por término medio. La duración total del tránsito está en función de la estructura del alimento, de su composición química y del nivel de consumo. Así, los forrajes largos y celulósicos permanecen más de 37 horas. A la inversa que los forrajes condensados los alimentos granulados permanecen entre 28-30 horas.

FORMA DE COMER DEL CABALLO


El pasto es bastante indigesto, así que, para que el caballo pueda sacarle la suficiente sustancia, tiene que comerlo en abundancia. Pero su estómago es tan pequeño que tiene que comer poco y a menudo.
El estómago del caballo funciona mejor cuando está lleno en sus dos terceras partes. Un estómago demasiado lleno puede producir dolor (cólicos) y frena el proceso del paso de comida del estómago al intestino delgado.
En el campo, los caballos se alimentan durante todo el día. si se los guarda en cuadras hay que darles pequeñas cantidades de forrajes con frecuencia, a fin de imitar su pauta natural.
El caballo tiene unos afilados dientes delanteros (incisivos) que le permiten pastar a ras de tierra. Los belfos, además son móviles y los utiliza a modo de "dedos" para tomar partículas de comida. Con la lengua lleva la comida hasta las muelas situadas al fondo de la boca, donde la tritura a la perfección para luego tragarla y pasarla al esófago.




LA TRITURACIÓN DE LA COMIDA




El pasto se traga con abundante líquido para favorecer la reducción de la comida a pulpa. Los caballos producen una gran cantidad de saliva diaria: de 10 a 12 litros.

El tracto digestivo de los caballos está constituido por diferentes partes:

La boca


Permite la captación y prehensión de los alimentos gracias a los labios, fundamentalmente gracias al labio superior, muy vigoroso, móvil y sensible, y a los dientes incisivos. Luego se realiza una masticación concienzuda que puede durar 40 minutos con 3.500 movimientos laterales y verticales de las mandíbulas, obteniendo partículas de 1.5 mm y produciendo 10 –12 litros de saliva al día. La saliva tiene en sí una función gástrica facilitando la masticación y posterior deglución. La secreción salivar (en las glándulas salivares) está en relación directa con la duración de la masticación y por lo tanto con la naturaleza física de la ración.

La faringe


Es un órgano muscular de paso, tras masticar y mezclar bien los alimentos con la saliva, la lengua y las contracciones musculares obligan al bolo alimenticio a pasar a la faringe denominado este proceso como deglución. La faringe permite también el paso de aire a las fosas nasales, el caballo no respira por la boca, únicamente lo hace por la nariz. El paladar blando situado al fondo de la cavidad bucal, actúa a modo de barrera para impedir el retorno de los alimentos y el aire a la boca a través de la faringe. Por ello el caballo, que raramente vomita, lo haría por la nariz y no por la boca.

El esófago

Órgano tubular dotado de movimientos llamados peristálticos, gracias a los cuales los alimentos son forzados a pasar en dirección faringe – estómago.

El estómago y la digestión gástrica

El estómago de los caballos tiene una capacidad muy reducida, de 15 a 18 litros, y normalmente sólo se llena 2/3 lo que representa 10 litros. Esto justifica la necesidad de fraccionar el alimento a lo largo del día. La masa deglutida diariamente puede llegar a los 70 l que se suman a los hasta 30 l de secreciones gástricas, luego el estómago debe vaciarse entre 6 y 8 veces al día. La digestión enzimática del estómago gracias a los principios activos del jugo gástrico (pepsina y ácido clorhídrico) rebaja el ph del contenido estomacal hasta 5,4 en la región fúndica y hasta 2,6 en la región pilórica. Si la estancia en el estómago lo permite, estas condiciones son capaces de comenzar la hidrólisis de proteínas animales y vegetales. En el plano fermentativo, la rapidez de tránsito junto al bajo pH, limitan el ataque microbiano a una pequeña degradación de los glúcidos fácilmente fermentables, almidones y azúcares solubles dando ácidos grasos volátiles (acético, propinóicao y butírico) así como ácido láctico. Interesa, por lo tanto, incrementar la digestión gástrica de los concentrados. Los alimentos celulósicos no serán atacados por la microflora fermentativa más que a nivel del intestino grueso. Por ello conviene distribuir los piensos y concentrados primero en la ración, seguidos por los forrajes.

El Intestino Delgado y su digestión

Tiene una longitud de 16 a 24 metros con una capacidad de 60 litros. En él se absorben los nutrientes a través de las vellosidades intestinales para pasar al torrente circulatorio.
La digestión en el intestino delgado dura sólo unas pocas horas. Es de carácter enzimático y prácticamente no afecta a la celulosa. Esta digestión afecta, esencialmente, a los constituyentes de los alimentos concentrados, los azúcares, la lactosa y el almidón, las materias grasas y las materia nitrogenadas (proteínas en particular). Aquí se digieren, en gran parte, gracias a las enzimas (amilasa, lactasa, maltasa, proteasas y peptidasas) proporcionando elementos nutritivos energéticos, que pueden aportar del 30 al 60 % de la energía total absorbida, y elementos nutritivos nitrogenados (amioácidos) que pueden proporcionar del 30 al 80 % de las materias nitrogenadas totales. Los porcentajes aumentan con el contenido en concentrados de la ración. Los macroelementos y los oligoelementos se absorben en el intestino delgado, excepto el fósforo.

El Intestino Grueso y su digestión



Es el compartimento más voluminoso, de 180 a 220 litros repartidos entre el ciego, colon (grande y pequeño) y recto, y está siempre lleno.
La digestión en el intestino grueso dura, por lo menos, 24 horas. En ella se asegura la digestión de los constituyentes no digeridos en el intestino delgado gracias a la fermentación prolongada realizada por la población microbiana, muy activa, presente en el ciego y el colon. Las paredes vegetales y una reducida fracción de los glúcidos de reservas son transformadas en elementos nutritivos energéticos (ácidos grasos volátiles) y nitrogenadas (aminoácidos). Los ácidos grasos volátiles pueden proporcionar hasta 2/3 de la energía total absorbida en el tubo digestivo, en dietas ricas en forraje. Además se sintetizan aquí algunas vitaminas del grupo B (B1, B6, B12) y la vitamina K.

La producción de proteínas de origen alimenticio y microbiano y la absorción de los aminoácidos están limitadas. Sin embargo, una parte importante de la urea circulante (50 %) en el organismo podría ser secretada desde la sangre en el intestino grueso bajo la forma de amoníaco, utilizado parcialmente (50 %) por la flora microbiana para contribuir a la síntesis de proteína microbiana.